DE CÓMO LOS IRLANDESES SALVARON LA CIVILIZACIÓN



Vengo de leer De cómo los irlandeses salvaron la civilización, gran título que hace años ya me había llamado la atención en una librería de Coruña. Lo leí rápidamente; me causó una buena impresión general, a pesar de que al principio parece un libro divulgativo y pensé que me iba a encontrar con una serie de datos y anécdotas que ya conocía referidos al fin del Mundo Antiguo con la caída del Imperio Romano de Occidente. A medida que iban pasando las páginas empezaron a surgir destellos de que el autor, Thomas Cahill, quería ir un poco más allá, como cuando nos dice que con San Agustín y sus Confesiones " la conciencia humana da un salto gigantesco hacia adelante: se convierte en autoconciencia" (p. 54), y señala al obispo de Hipona como padre de la autobiografía y precursor de la ciencia de la psicología.

Uno de los lastres del libro es la traducción: parece que el traductor no tiene una idea muy clara de lo que está traduciendo. Por ejemplo transcribe literalmente "Venerable Bede" cuando el nombre en castellano (o en español, debería decir, ya que el traductor es evidentemente latinoamericano) de aquel insigne monje inglés es "Beda el Venerable".

Tras ese vistazo general al fin de la Antigüedad para contextualizar lo que iba a ocurrir en Irlanda, el autor pasa a centrarse en la Isla Esmeralda, desde los tiempos remotos hasta nuestros días. Cahill nos habla de la esencia céltica de Irlanda (aunque nadie esté muy seguro de qué es "lo céltico") cuyo carácter sigue marcando a los actuales irlandeses, y del hecho de que esta isla fue el primer lugar del mundo en ser evangelizado sin una romanización previa y sin que se derramase una gota de sangre a causa de ello: no hubo conflicto religioso y los celtas irlandeses aceptaron el cristianismo heterodoxo que les trajo San Patricio. Crearon monasterios alrededor de los eremitas que se aislaban en los bosques, y en aquellos monasterios los monjes irlandeses comenzaron a copiar todos los libros que llegaron a sus manos- a la vez que fijaban por escrito su propia épica pagana- mientras la Europa continental era arrasada por los bárbaros.

Al leer este libro se experimenta cierto alivio al pensar en cómo se desarrollaron las cosas, en cómo los conocimientos y la literatura del mundo clásico no se perdieron- aunque a veces uno desee que todo volviese a empezar de cero...- y el agradecimiento a aquellos hombres humildes, alegres y devotos por su ingente tarea y su espiritu emprendedor, el cual los llevó además a fundar monasterios por toda Europa, esparciendo así la cultura, los libros, por el erial cultural que era entonces nuestro continente.

Al hablar de los tiempos precristianos de Irlanda, Cahill hace referencia a algo que es bien sabido por los estudiosos hoy en día, primero a través de la tradición oral de la isla y desde hace poco a través de estudios genéticos: que los celtas irlandeses llegaron allí desde el noroeste de la Península Ibérica: "Según el mito fundacional irlandés, los hijos de Mil, sobrevivivientes (sic) del Diluvio Universal y por lo tanto descendientes de Noé, llegaron a Irlanda desde España" (p.95). Es bien conocido el intercambio comercial que se dio en la Antigüedad entre los finisterres europeos, las idas y venidas que también forjaron el mito de Breogán en Galicia...pero lo que más me llama la atención cuando Cahill aborda el asunto es la siguiente afirmación: "Una tribu emparentada con ellos [ con los celtas] ocupó la península ibérica y se hicieron grandes marinos mercantes...en efecto, rastros de edificaciones levantadas por estos celtas ibéricos se han encontrado tan lejos como lo está New Hampshire, lo que los convertiría en los primeros europeos en llegar a las Américas." (p. 93)
Es la primera vez, y de momento la última, que tengo constancia de semejante afirmación, teniendo en cuenta que soy licenciado en Historia por la Universidad de Santiago de Compostela. Remotos predecesores de los palmeiráns de Newark...

Hablando de los adornos en espiral de la artesanía irlandesa, Cahill nos dice: "Pareciera decir, con las espirales de Newgrange, "el círculo no existe, sólo existe la espiral, la siempre reconfigurable espiral. No existe la línea recta, sólo las curvas". O, para traer a cuento la más característica de las respuestas irlandesas cuando se ven frente a una situación que les exige una única, clara e inequívoca respuesta: "Pues sí pero no". "Sí y no". "Lo hará y no lo hará"." (p. 184)


Así que llevamos miles de años subiendo y bajando las escaleras...escaleras en espiral, por supuesto.



Ahí va el link para ver una hermosísima película relacionada con el asunto, "Brendan and the secret of Kells": Brendan and the secret of Kells (subtitulada)

(http://rogeraraica.com/alarico-el-godo-vs-patricio-de-irlanda/
  En este otro link se reseña el libro de Cahill, el autor, presumiblemente de Nicaragua, nos dice que "los irlandeses son un poco parecidos a los nicaragüenses: agresivos, mal hablados, poco disciplinados, a veces irresponsables, pero simpáticos y de buenos sentimientos." Al final va a resultar que somos todos cojonudos, o, como decía el personaje de Morgan Freeman en Million Dollar Baby, "todo el mundo quiere ser irlandés".)

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